La migración internacional pasa de ser materia de interés entre gobiernos para ser asunto de gobernabilidad interna. Los gobiernos, particularmente los de países de origen de la migración, no debieran posponer su decidida actuación a favor de sus ciudadanos, ni dejar solos y vulnerables a sus migrantes en su transitar internacional, pues si bien los riesgos inmediatos son para quienes migran, en el mediano plazo los riesgos son para los gobiernos y, de persistir en ese proceder, para la soberanía de los Estados.